Polvo (Dust en su versión original) es una novela de la autora estadounidense Patricia Cornwell, publicada en 2013.
Kay Scarpetta dirige el vanguardista Centro de Medicina Forense (CFC) en Cambridge (Boston), mientras que el robusto Pete Marino (un policía sólido y de la vieja escuela) ha decidido regresar al cuerpo tras años de trabajar con ella. A unos cientos de metros de la sede del CFC, en el parque del MIT, se encuentra el cadáver de una joven. Su muerte se asemeja mucho a otros asesinatos que investiga el esposo de Kay, Benton Wesley (un perfilador del FBI). Incluso antes de la investigación oficial, que el FBI insiste en asumir, Kay, su esposo, un Pete Marino recuperado, y su sobrina Lucy Farinelli (una brillante, rebelde y extremadamente rica informática) descubren una compleja conspiración financiera que involucra a figuras institucionales de alto rango.
Trama
La patóloga más famoso del thriller en este episodio, recién llegado a su hogar en Cambridge tras un caso complejo, es contactado por Pete Marino tras el descubrimiento de un cadáver en el campo de béisbol del MIT (Instituto Tecnológico de Massachusetts). La mujer se llamaba Gail Shipman, una ingeniera informática que había demandado a una firma de corretaje financiero por millones de dólares después de que esta le hubiera vaciado todos sus ahorros.
¿Podría ser una simple coincidencia? Kay Scarpetta, desde luego, no lo cree. La pose del cadáver por sí sola es reveladora: envuelto en una tela color marfil, está dispuesto con sumo cuidado. Estos elementos sugieren que se trata de un asesino con experiencia previa. La presencia de restos de polvo fluorescente en rojo sangre, verde esmeralda y azul zafiro apunta directamente a una serie de delitos sexuales cometidos en Washington, D.C., por un asesino en serie conocido como el Asesino Capital. Este caso está a cargo de Benton Wesley, el esposo de Kay, quien, por su parte, está convencido de que alguien muy poderoso no quiere que capturen al asesino.
Y Kay se verá enfrentada a algo mucho más grande que un caso de asesinato en serie: crimen organizado, funcionarios corruptos, drogas sintéticas y nueva tecnología de drones. Un escenario de enormes proporciones, imprevisto y peligroso.
Opinión
En "Polvo", Patricia Cornwell nos adentra en un laberinto de tensión y misterio, donde el polvo no es un mero residuo material, sino la huella imborrable del alma y del perpetrador: su escritura fusiona crimen e introspección con una maestría narrativa que cautiva desde la primera página y no nos abandona hasta la última. El corazón palpitante de la novela es la protagonista, una mujer investigadora con un carácter complejo y auténtico, que emerge no como una heroína invencible, sino como un ser humano plagado de dudas, vulnerabilidades y pasiones, que hurga en el polvo —una poderosa metáfora— para reconstruir sucesos que parecen fragmentos inciertos de un sueño oscuro. Cornwell, equilibrando el ritmo narrativo, alterna secuencias de intensa investigación con destellos investigativos de horror y determinación, y destellos de reflexión interior que revelan no solo la mecánica del crimen, sino también el ecosistema emocional en el que la investigadora se pierde y, a veces, se encuentra más fuerte.
La novela, desprovista de adornos superfluos, avanza como un tren a toda velocidad, pero permite pausas enrarecidas donde el lector siente el peso del polvo: el que se posa sobre los objetos, el que contamina el aire y el que, más insidiosamente, aflige las conciencias. En cada detalle, desde el análisis forense hasta la descripción de lugares polvorientos, desde casas grises desprovistas de vida hasta rincones donde las sombras parecen persistir, Cornwell usa la precisión como arma, y esta precisión no es un documento estéril: crea una atmósfera, una presencia que asusta y fascina. La escena del descubrimiento, descrita con una lucidez que no escatima horror, sorprende por su capacidad de transportar al lector al límite de lo visible y lo posible, donde el polvo se convierte en testimonio y voz susurrante.
La escritura, tensa y seca, revela una refinada sensibilidad al dolor, el de las víctimas y el del protagonista, y nunca cede al sensacionalismo; Por el contrario, la tensión hiere en el silencio, en los detalles mínimos que Cornwell utiliza como cimientos de una narrativa sólida y perturbadora. Algunos podrían criticar la densidad de los datos forenses, pero es precisamente esta fusión de técnica investigativa e introspección emocional lo que define la novela: no se trata de una simple historia de detectives, sino de un viaje a territorio moral, una colección de partículas de polvo que ensucian los dedos y remueven la conciencia. El ritmo es equilibrado: a veces parece ralentizarse bajo el peso de las reflexiones personales o las reconstrucciones de la escena del crimen, para luego acelerarse a medida que se acumulan pistas, hipótesis y revelaciones. El suspense nunca se grita, sino que se insinúa, infiltrándose lentamente, como partículas invisibles que se acumulan hasta generar la tensión necesaria para mantener la mirada fija en las páginas.
El final, riguroso y poco convencional, cierra un círculo abierto desde el prólogo: el polvo es inborrable, permanece como testimonio y huella emocional, pero también se convierte en una oportunidad para la verdad, la justicia y la redención. En definitiva, «Polvo» es una obra equilibrada e intensa, una novela de investigación que trasciende las fronteras del género para convertirse en un reflejo emocional y una investigación ética. Cornwell demuestra una vez más su talento para combinar la frialdad del análisis científico con la cálida urgencia de los sentimientos humanos, ofreciendo al lector no solo un enigma por resolver, sino una experiencia sensorial: polvo que se asienta, sofoca, atestigua. Un libro para leer con atención, despacio, como quien observa un detalle con una lupa, porque cada grano cuenta y cada sombra habla.
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