
La Granja (título original en inglés: A Painted House) es una novela del escritor estadounidense John Grisham publicada en el año 2001. Fue adaptada en el año 2003 en una película para televisión del mismo nombre, protagonizada por Scott Glenn y Logan Lerman.
La novela fue escrita por Grisham antes de alcanzar la fama y publicada posteriormente. La ambientación sigue siendo el sur de Estados Unidos, pero no es un thriller policial, a diferencia de otras obras del autor estadounidense.
Inspirada en su juventud en Arkansas, es la obra más reconocida de Grisham en la que abandona su habitual temática de thriller legal.
Trama
Ambientada en el año 1952, la historia es contada por un niño de siete años llamado Luke Chandler, el hijo menor de una familia de agricultores de algodón, que sin querer se ve envuelto en los problemas que traen consigo las duras jornadas de trabajo y la tensión entre los jornaleros mexicanos y las familias que viven de la cosecha.
La retrospectiva de Grisham en La Granja sugiere una conexión entre el autor y las plantaciones de algodón estadounidenses. La novela se ambienta en 1952 y tiene como protagonista a Luke Chandler, de siete años. Luke vive con su familia en una plantación de algodón que los Chandler alquilan y cuidan durante todo el año. Cada septiembre se cosecha el algodón, y la familia de Luke, además de supervisar el trabajo, contrata jornaleros para dividirlo equitativamente entre los trabajadores. La cosecha del algodón dura seis semanas, y la familia Chandler se ve obligada a lidiar con las penurias de los trabajadores mexicanos y el duro trabajo. El protagonista de La Casa Pintada, a pesar de su corta edad, se convierte así en un miembro clave de su familia y se enfrenta a aspectos oscuros y secretos que lo obligan a acelerar significativamente su crecimiento.
El atractivo de las plantaciones de Arkansas oculta el sufrimiento de quienes sobreviven del trabajo del algodón y sufren sus consecuencias más extremas. El protagonista, de hecho, combina el amor por esa vida con un sentimiento de culpa por haber sido obligado a elegirla. Significativa en este sentido es una frase que él mismo dice: «Y yo habría recogido algodón, arrancando las suaves cápsulas de las plantas sin parar, sin el valor de reducir la velocidad, por miedo a que alguien se diera cuenta. Me habría raspado los dedos, quemado el cuello, destrozado la espalda». En La casa pintada, la dedicación de Luke y su familia se funde con la violencia de los trabajadores, impulsados por el miedo a perder una cosecha que habría costado la supervivencia de cualquier trabajador. El título de la novela, en este sentido, cobra sentido al final de la narración, cuando, una vez terminada la temporada de cosecha, se deja atrás el trabajo y la gente vuelve a esperar el invierno y a preparar la casa para recibirlo. Justo cuando los trabajadores, junto con sus familias, se dedican a pintar la casa, se respira un suspiro de alivio porque todo parece haber ido bien.
Opinión.
Desafiando el éxito de los thrillers legales más vendidos de Grisham, La Granja rinde homenaje a la América de la década de 1950, destacando un nuevo concepto de novela autobiográfica. En esta narrativa, la imaginación se encuentra con la realidad, y los protagonistas ficticios se entrelazan con los reales, creando una conexión significativa e impactante. El tema central de La Casa Pintada se convierte así en el vínculo indisoluble entre los individuos y sus orígenes, transportando al lector de vuelta a sus orígenes y permitiéndole albergar esperanza junto a los protagonistas. La espera de una buena cosecha, para Luke y los trabajadores de la plantación de algodón, se transforma en un verdadero ritual de esperanza por un futuro cada vez mejor.
Mientras el protagonista se aferra a la esperanza de una cosecha fructífera, todos en este momento también esperan, haciendo una pausa y listos para comenzar de nuevo y conquistar un futuro mejor. El proceso de la cosecha y las experiencias de los protagonistas son una verdadera metáfora de la vida, hecha de espera por el futuro y del gran esfuerzo por construirlo. Cada uno recolecta todo lo que puede para pintar su propia casa, convirtiéndola en su mayor logro. John Grisham pretende transmitir esto en La casa pintada y, al ocultar su propia historia dentro de la narración, explica la sutil frontera entre ficción y realidad, ambas dominadas por un único pensamiento: "¿Será una buena cosecha?".

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