El señor de las moscas es una novela del escritor británico William Golding. El libro está protagonizado por un grupo de muchachos británicos varados en una isla deshabitada y narra su desastroso intento de autogobierno.
Escrita en 1952, se publicó dos años después y no tuvo mucho éxito: en Estados Unidos vendió menos de 3.000 ejemplares en 1955 antes de agotarse. Sin embargo, la obra se convirtió en un bestseller con 14 millones de ejemplares vendidos sólo en los países de habla inglesa, impulsado por el gran éxito de la publicación en rústica en EE.UU. en 1959.
Argumento.
Una veintena de niños ingleses de entre siete y catorce años, supervivientes de un accidente aéreo, quedan varados en una isla tropical. No tienen problemas para sobrevivir.
Se organizan, eligen un líder, el sabio y voluntarioso Ralph, pero pronto la comunidad se divide en dos y el pequeño grupo de cazadores, liderado por Jack, se hace con el control. Éste retrocede a la condición tribal y se dedica a adorar a un tótem, el Señor de las Moscas, que es un apelativo de Belcebú.
Durante una tormenta, un avión que transportaba a unos chicos ingleses, rescatados de la ciudad en guerra, se estrella cerca de una isla desierta.
Dos chicos, Ralph y «Il Bombolo» (Piggy en la versión original), que parecen ser los únicos supervivientes de la tragedia, encuentran en la isla una concha marina que, utilizada como «trompeta», convoca a otros chicos que sobrevivieron al desastre y llegaron a la isla, entre ellos Jack, Simon y los gemelos Sam y Eric.
Los chicos se dan cuenta de que, al estar en una isla desierta, están fuera del control de sus padres y otros adultos y que necesitan organizarse para sobrevivir en ese lugar aislado del mundo. Primero eligen a Ralph como su líder y se organizan en dos grupos: el primero encabezado por Ralph, el segundo por Jack y formado por los chicos del coro, que se encargarán de cazar y conseguir comida.
La madurez de los chicos se pone a prueba debido a algunos hechos que molestan a los náufragos: uno de ellos, Simon, pregunta a los demás cómo sobrevivir a la «bestia rastrera», algo que los chicos no consideran en un principio (debido a las constantes alucinaciones de Simon), pero que se toman en serio cuando uno de ellos, Percival Wemys Madison, afirma haber visto a la Bestia saliendo del mar; el grupo finalmente se divide cuando, tras el paso de un barco que podría haberles puesto a salvo, Ralph acusa a Jack y a los cazadores de dejar apagar un fuego previamente encendido para que alguien pudiera avistarlos.
La situación se desmorona y Jack decide ofrecer a la bestia una cabeza de cerdo atada a un palo plantado en el suelo y plagado de insectos (el «señor de las moscas») y organizar un ritual esa noche. Simón decide ir a las rocas donde se refugia la bestia y, tras descubrir que se trata del cadáver de un paracaidista azotado por el viento, regresa con sus compañeros, pero Jack lo confunde con el propio monstruo y lo mata.
Mientras Ralph y Bombolo, en su refugio, reflexionan sobre el crimen cometido por la banda de Jack, éste se acerca sigilosamente y roba las gafas de Bombolo, sin las cuales sólo puede ver sombras.
A la mañana siguiente Ralph y Bombolo se acercan a las rocas donde están Jack y los cazadores (que como castigo a los traidores condenan a Pedro a entrar en la cueva del monstruo) para convencerles de que les devuelvan las gafas y de que es inútil luchar, pero Roger lanza una enorme roca contra Bombolo matándole.
Jack, presa ya de la locura, prende fuego al bosque con la esperanza de matar a Ralph, el último miembro que queda del grupo rival, pero cuando parece que ha llegado el fin para este último, un escuadrón de marines llega a la isla tras ver el incendio para rescatar a los náufragos.
Intérpretes y personajes.
James Aubrey: Ralph
Tom Chapin: Jack
Hugh Edwards: Piggy
Roger Elwin: Roger
Tom Gaman: Simon
MI OPINIÓN
El tema predominante de la novela se refiere a la visión pesimista del hombre, al que el autor considera intrínsecamente «malo», tanto en la naturaleza como en la sociedad. De hecho, el propio Golding escribió que «El hombre produce el mal como las abejas producen la miel».
Un segundo tema importante se refiere a la inselvación de los niños, aquí protagonistas de la historia. El crítico Stefano Brugnolo, de hecho, identifica cómo en la novela hay una especie de «salvajismo colectivo»[2], por el que los protagonistas de la historia, liderados por una versión joven de Kurtz de El corazón de las tinieblas, es decir, Jack, empiezan a practicar verdaderos sacrificios humanos. Irónica y circularmente (de hecho, al principio del libro, es el propio Jack quien subraya la superioridad moral del grupo debido a su nacionalidad[3]), la novela termina con la declaración de un oficial británico que esperaba algo mejor de los niños ingleses[4]. La declaración del soldado, por lo tanto, señala de forma irónica y trágica cómo la falta de salvación del grupo se debe esencialmente al hecho de que la cultura occidental, en el mejor de los casos, puede ocultar las verdaderas pulsiones humanas, que aquí se presentan como deseo de dominación, salvajismo y locura.
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